viernes, 12 de abril de 2013

Alucinar


Alucinar

Laura Olivia Hernández

¿Su imaginación  lo  seduce o lo espanta?  Muchas veces cuando no hemos visto de cerca una pintura o una escultura y sólo conocemos la referencia bibliográfica,  nuestra mente  traza caminos  de exaltación o de rechazo, y en nuestra versión vamos creando otra obra de arte más bien personal. Cuando estas frente a esa pieza sueles reafirmar tu admiración,  o se queda  al margen de lo esperado. El hecho no es bueno ni es malo, simplemente vas afrontando tu estética. He visto la serpiente bicéfala, portada del libro “El alma de México”.Su belleza me dejó muda; si la fotografía  impacta, al mirar sus colores turquesa, concha y jade, me hicieron navegar en el tiempo: escuché  un  teponaztli  y chirimías, el crujir de hojas verdes debajo de mis pies, un arroyo de agua cristalina arrastrando risas de mujeres que aseaban sus cuerpos morenos, otras que peinaban su cabellera negra azabache, y unas manos tallaban esculturas, otras trozaban piedras preciosas para adornar, era un lugar  ajeno al Bristish Museum. Mi serpiente, que había visto en el libro, era de piedra, gigante, sentía su gran peso y lo daba por sentado. La verdadera es frágil, de madera, pequeña, probablemente es un pectoral, su exquisitez contrasta. El trabajo es una especie de incrustaciones a manera de mosaico. El libro dice: “la Serpiente Bicéfala tiene procedencia desconocida y pertenece a la cultura mixteca- azteca”. El museo afirma: que es uno de los regalos que recibió Hernán Cortes, el conquistador, de Moctezuma, nuestro emperador.  Se encuentra en una vitrina para ella sola, con un fondo negro que exalta sus colores y su forma. Le atribuyen varios significados: si es el arco iris, la fuerza cósmica o la unión entre lo celeste y lo material, en eso no pensé. Simplemente me entregué a la admiración de su delicada forma por largo rato. Con esa misma técnica también hay un cráneo y un puñal, y regresé a las alucinaciones;  cráneo con ojos de pirita como espejo, a un lado el puñal, tantas veces que seguramente fue Carlos Fuentes a visitar el museo que de ahí sacó el título para su texto “El espejo enterrado”, que es otra visión de mis lecturas  que hoy les comparto. Feliz domingo.





7 comentarios:

  1. Saludos, me llamó la atención tu reflexión estética sobre la obra que mencionas, es curioso como se percibe una obra estando en su presencia, ciertamente uno retoma las referencias que uno tiene de ella y al tenerla enfrente cambia nuestra idea sobre la obra... felicidades por tu escrito.

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  2. ¡Jum! Vaya que la mente es poderosa en el momento de imaginar o "alucinar". Tuve con tan sólo leer tu "navegar en el tiempo" lo cual me encantó.

    Busqué la foto en internet de la serpiente y vaya que es hermosa, me recordó la zona arqueológica de Palenque Chiapas y las artesanías que venden de un material aparentemente similar.

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  3. Me encantó tu texto. Al igual que a Betsabé, me atrapó sobre todo tu "navegar en el tiempo", recorrí contigo esos momentos. Muchas gracias por compartir este texto.

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  4. Hola Laura; comparto los comentarios de los compañeros, tu texto ha permitido que recree en mi imaginación esas obras de arte, sabes yo me transporte al mercado de Tlatelolco; ya que en una crónica hablan acerca de la diversidad de colores, texturas, animales, idiomas,..., que se podían admirar en él.
    Es muy grato reconocer la riqueza cultural que nuestras sociedades prehispánicas poseían y que nos heredaron.

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  5. Mtra Laura sin duda la estética de los objetos o figuras nos atrae la atención. Su descripción suena bastante interesante. Me gustó su redacción especialmente por la pregunta de inicio.

    Por otra parte, la historia que gira alrededor de quien (es) crea(n)una obra es a mi parecer lo más misterioso y conmovedor de la creación. Eso me hace recordar el Ángel de la Independencia. =)

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    1. Gracias... el Ángel de la Independencia me lleva a Maria Antonieta Rivas Mercado... sin duda siempre estoy alucinando... :)

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  6. Laura... tu texto tiene mucha potencialidad. Lo interesante es que muestra ese gusto por narrar que no se adquiere de nadie; en cambio, la calidad de redacción se aprende tal como se aprende casi todo lo demás de tipo "académico" en la vida: estudiando, con profesores y demás. Sigue escribiendo, hazlo con la misma pasión... y ojalá sigas en todos los demás cursos para absorber una redacción impecable. ¡lo disfrutarás aun más!

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